Efectos del impacto
Por otro lado, si se modifica la órbita del meteorito por el hecho
de pasar cerca de la Tierra, el riesgo no se limitaría a una sola
vez, sino que posibilitaría colisiones posteriores cada cinco o
nueve años, es decir cada vez que el 2004 MN4 volviera a girar
alrededor de la Tierra y cerca de ella.
La energía de su impacto sería unas 60 veces más poderosa que la
explosión de Toungouska. Por esa razón, los expertos señalan que una
misión de intercepción es factible y necesaria, y que podría hacerse
en 2012, fecha en que el asteroide se encontrará a 16 millones de
kilómetros de nuestro planeta.
Paul Chodas, Steve Chesley, Jon Giorgini y Don Yeomans del Programa
NEOs (Near Earth Objects) de la NASA, han calculado que el asteroide
pasará en 2029 a 30.000 kilómetros de la superficie de nuestro
planeta. Para las mediciones se ha utilizado el telescopio gigante
de Arecibo, en Puerto Rico.
Una de las misiones del Deep Impact es evaluar cuál sería el
proyectil más adecuado para conseguir el desvío de un asteroide de
una órbita peligrosa para nosotros sin causar un daño aún mayor: un
impacto desproporcionado puede fraccionar el asteroide y multiplicar
los efectos sobre la Tierra, provocando un daño aún mayor que el que
se queríe evitar. En ese sentido, el Deep Impact sería el primer
experimento de protección planetaria.
Bases en asteroides
Pero estos experimentos tienen también otros objetivos. Uno de ellos
es el potencial aprovechamiento de cometas y asteroides en futuras
misiones espaciales, ya que a lo mejor contienen sustancias útiles
para las tripulaciones que pretenden volver a la Luna en 2020 e
incluso llegar a Marte y más allá algo más tarde.
Los cometas podrían servir como estaciones interplanetarias de
suministro, proporcionando a los exploradores los materiales básicos
que necesiten, en especial agua, que puede ser disgregada en
hidrógeno (para combustible de los cohetes) y en oxígeno (para
respirar), o simplemente puede ser descongelada y bebida. Deep
Impact ayudará a los planificadores a comprender exactamente qué
materiales contienen los cometas y cuán difícil puede resultar su
extracción.
Lo más importante de la misión Deep Impact es sin embargo la
información que Temple 1 proporcionará sobre los orígenes, ya que el
choque entre cuerpos celestes es el que dio origen a nuestro sistema
solar: tanto la Luna como la Tierra no han escapado a este destino y
han sufrido impactos que han marcado su existencia.
La vida incluso llegó a la Tierra como consecuencia de estos
impactos, que aportaron a nuestro planeta carbono, hidrógeno,
oxígeno y nitrógeno. Si no hubiera habido impactos, seguramente no
existiría vida sobre la Tierra.
Impedir una nueva extinción
Los impactos han sido también origen de extinciones masivas: hace
unos 65 millones de años, el impacto de un asteroide o meteorito
provocó la extinción del 70% de todas las especies vivas y dio paso
a la era de los mamíferos, de los que surgimos más tarde los
humanos.
Ahora intentamos comprender mejor cómo ocurrieron todos estos
episodios y explicarnos cómo hemos llegado hasta aquí, así como
evitar una nueva extinción si estamos en condiciones de impedirlo.
El intento es más que aconsejable porque según Duncan Steel,
vicepresidente de The Spaceguard Foundation, en un artículo
publicado en Tendencias en octubre de 1997 (no on line), las
probabilidades de enfrentarnos a la colisión con un asteroide es
elevada: se calcula que cada 500.000 años cae sobre la Tierra un
asteroide de 2 kilómetros y que cada 100.000 años cae uno de un
kilómetro.
Si asumimos que el 25 por ciento de la humanidad perecería en
una catástrofe global, y teniendo en cuenta que esto ocurre una vez
cada 100.000 años, así como que la vida media de una persona es de
80 años en los países desarrollados, hay una posibilidad entre 5.000
de morir a causa de un asteroide… Es decir, hay más probabilidad de
morir por el impacto de un asteroide que por un accidente aéreo en
Estados Unidos, que es de una entre 10.000, señala Duncan Steel.
El éxito no es seguro
No es la única voz de alarma. Robert Huychinson, del Museo de
Historia Natural de Londres, autor de Meteorites, A Petrologic,
Chemical and Isotopic Synthesis, dice:
por primera vez en
treinta millones de años la Tierra se encuentra en el primer período
de alta probabilidad de recibir el impacto de un gran asteroide
.
Para poder desviar un asteroide hay que saber cuál es su masa.
Misiones de observación del sistema solar son necesarias para
obtener esa información, que sería crucial en caso de necesitar
provocar el desvío de un asteroide peligroso para la vida en la
Tierra.
En la actualidad sabemos de la existencia de 100 cuerpos celestes
con capacidad para destruir el planeta, pero también que hay entre
1.700 y 3.000 asteroides desconocidos que en algún momento pueden
colisionar con la Tierra sin que podamos preverlo.
Y aunque se están tomando medidas para evitarlo, Duncan Steel es
categórico: el éxito no está asegurado porque puede ocurrir que un
asteroide que fuera a chocar contra la Tierra dentro de 23 años
podríamos descubirlo sólo 5 ó 6 segundos antes del impacto.
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